domingo, 19 de abril de 2015

La cautiva...

Allí estaba con su puño cerrado, aprisionando el dolor de la partida.
Allí con lágrimas que parecían nunca secarían.
Allí dolida y enamorada…
Jugaron con su sensible corazón, creyó con alma y vida y hubo alguien que no valoro.
La tarde de otoño tiño de sepia un amor que se añejo.
Su diminuta figura se volvió más pequeña tras cargar tanta tristeza.
Allí por primera vez se sintió desvalida, insegura… quizás como nunca ensombrecida.
Nadie le contó que tan triste eran las despedidas…
Nadie se atrevió a describir el dolor que era sentir que todo acabo un día…
El ya no quiso aquellas mañanas, los frijoles, el arroz, las tardecitas de té con galletitas.
No quiso rozar más su piel, ni volver a probar el sabor de sus besos… ya no hubo caricias.
Allí en esa soledad que hoy la habita… el silencio, los recuerdos vi aquella anciana a la que todos llaman la cautiva…